No era cierta
la piedra en la cabeza
ni el oído en el trueno
ni la llovizna de fuego
deambulando
por los labios partidos.
No era cierta, no
tu mirada trunca
que deslumbraba soles
en la contrita soledad del monte.
Ambos fuimos abatidos
en un pozo sin fondo,
para no regresar
para quedar gravados
en el trotecito lento,
zarco, de la noche.
Norberto García Yudé, porteño. De su libro "Signos Vitales" (El Francotirador Ediciones)
lunes, 16 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario