sábado, 14 de febrero de 2009

Al ruido del martillo

Al ruido del martillo, la vejez prematura, el miedo a la barbarie, la soledad (propia y de los otros), la amabilidad desentendida, la precariedad, el insostenible latido, el murmullo de la vanidad, la tristeza estoica prendida en el cuero cabelludo, el cuero cabelludo prendido a la sangre, sin soltar nada, ni un instante, la culpa de vivir a contramano, a contrapelo, a contrafilo, en contra de uno mismo; atragantado de palabras, mudo de silencios, tieso de nostalgias, aterido de sonidos y de infancias. La pregunta sigue en pie; no hay ganas ya de buscar respuestas; no hay ganas ya de abandonar el cigarrillo; culpa de todo; miedo de todo; asco de todo; de uno mismo, sobre todo de uno mismo. En el lugar equivocado, en la montaña o en el llano, como dijo la vieja; con mi nene que quiere jugar algún jueguito…
Así viene la tarde noche
Así viene la tarde noche
Así viene la tarde noche

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