miércoles, 18 de febrero de 2009

ERRAR ES HUMANO

Malika es ingresada en un hospital de Kandahar. Está herida. Grita ¡Sakena, Sakena! Y llora porque le duele mucho la pierna derecha que está destrozada. Malika tiene siete años y esta noche fue a la montaña. Su papá la llevó a la aldea de Kakrakai porque se casaba su prima Sakena. Al menos era una distracción después de tantos dolores. A Malika le mataron la madre en un bombardeo por error; de ése se salvó por poquito. Había salido a buscar agua cuando una bomba cayó sobre su casa. Y ahora, cuando la alegría parecía retornar efímera, lenta, asomando a dentelladas, otras bombas cayeron mientras cientos de afganos festejaban el casamiento de Sakena y Fazalun. Ellos estaban felices, la gente reía y cantaba y la luna brillaba como nunca sobre Kandahar, detenida, fotográfica, sonriente, bendiciendo a la aldea.
Los hombres del Pashtún, apegados a las tradiciones nupciales, dispararon al aire con armas de fuego, como se hace habitualmente, desde que el mundo es mundo en Kakrakai. Pero los norteamericanos creyeron que se trataba de un ataque y bombardearon el pueblo. Murieron cerca de cien personas. Pero fue un bombardeo por error. Malika lo sabe, se lo dijeron en el hospital. Dijeron que su propio Presidente lo había dicho. La pena es que tendrá que comenzar a buscar un padrecito nuevo y otra pierna y ya no verá más a Fazalun ni a su amiguita Qadria, ni al tío Abdul, ni a Gulbuddin, que le hablaba del mar, ni a Shela, que cada vez que la veía le decía que era una linda niña y le contaba a escondidas que al fin había llegado a Afganistán la libertad.


Elvio Zanazzi

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