martes, 29 de julio de 2008

LEY DE RADIODIFUSIÓN

Como es el debate (y embate) que se viene, propongo sumar opiniones e intercambio de información en referencia a este tema crucial.

viernes, 18 de julio de 2008

IVO SE PRESENTA


Mi nene más chiquito, Ivo, se presenta ante ustedes. Y yo.... babeo.

viernes, 11 de julio de 2008

fragmento

Aquel hombre derribó la selva inútil para que naciera el trigo, y tendió entre los hombres puentes eternos. Al séptimo día quedó mirando las nubes como si rezara, o tal vez escuchaba cómo nacía el silencio durante el séptimo ocaso.
Cuando lo vi jugar con los niños ya no supe si era de nuevo entre nosotros Cristo, o si entre nosotros era de nuevo el Che.

Leonardo Castillo (La magia más vieja)

jueves, 3 de julio de 2008


MALOMAL

Bien por los pueblos que viajan en sus trenes y sus barcos,
bien para el pueblo que cuida sus almendros
y los jardines que salpican la ciudad y cada villa.
Malomal para el pueblo si su tren y su barco viajan sin rumbo,
malomal para los pueblos sin gaviotas ni jardines.

Bien por el pueblo que enciende la luz propia
y la lleva hasta los últimos rincones para dejarla caer
sobre la fantasía de un cuento
y en las calles interminables de lo que hay que saber.

Malomal para el pueblo que no es dueño de la chispa,
el agua y la sal que su pan diario reclama.

Bien por el pueblo que embarca los retoños de su trabajo y
los dirige hacia donde el Hombre más los necesita;
bien por el pueblo que moja esos retoños con el sudor de su lámpara
y los multiplica hasta que la miseria huye en estampida
con su malacara hecha pedazos.

Malomal para los pueblos que ponen los retoños de su trabajo a los pies de la banca
o de la bolsa de comercio,
dueños de nada aunque les hagan creer que son dueños de la vida
mientras sus hijos caen de tifus, tuberculosis, malaria, hambre, ignorancia
y la miseria es reina y señora, bastarda bien mandada, legítima, por fin, en todas las ventanillas de la burocracia.
Bien por los pueblos que veneran a los más altos en bondad y sabiduría,
bien por el pueblo que hace suyas estas virtudes sin necesidad de expropiarlas
y las calienta y las acuna hasta el infinito.
Malomal para los pueblos que no expropian el carbón, el petróleo, las imprentas,
los puertos, la electricidad, el acero, el trigo, las fábricas,
los ríos, el viento y la música.
Malomal para los pueblos que no expulsan de sus fronteras de amor
a los señoritos de galera que a punta de bastón nos indican donde debemos morir sin sollozar por los harapos de nuestro palpitar y el palpitar ajeno.
Bien por los pueblos que expulsan lo infértil, lo egoísta,
al señorito de galera y bastón con su cultura de fusil
apuntando al corazón de la calle o al cuello de las esquinas,
su cultura de aerosoles falsos para conquistar hombres y muchachas,
su cultura del plato de lentejas: la civilización del cercomóvil, último modelo sobre cuatro ruedas y rejas invisibles tripulado por hombres y mujeres huecos.
Malomal para los pueblos que aceptan esas dictaduras más o menos encubiertas,
más o menos digeribles, totalmente inflexibles en su corrupción y el desatino.

Bien por los pueblos que hacen del amanecer un canto, una danza de la tarde
y un manifiesto de la noche
donde la paleta del universo y el pincel del Hombre rescatan la tibieza del fuego.
Mal por los pueblos que son número a la mañana, un cheque a la tarde y un depósito vacío a la noche.

Bien por mi amigo, el que primero dio su sangre por los otros,
hombre o animal, hembra o macho –nadie lo sabe- sin nombre ni apellido,
que no importa, pero sin duda el primer jardinero de la vida.

Bien por mi caballo que ha quedado solitario,
viviendo como puede en la llanura de la pampa esperando mi regreso,
este regreso de vivir como se puede para cruzar, juntos los dos,
de un galope el polvo de mi tierra.
Bien por mi caballo,
malomal para mí si no aguanto en mi diestra la bandera de tormenta;
malomal para nuestros enemigos si creen que mi gente les dará tregua en la tormenta.
Confiscaremos su equipaje donde no hay ni un tibio rezo,
ni una triste y miserable carta al panadero, ni el color de una travesura,
ni espigas de trigo o de lavanda;
ni memorias de la lluvia de septiembre.
Confiscaremos su equipaje: calaveras, látigos, tortura,
cenizas de hombres y de libros, traición, olvidos,
escrituras de casas y terrenos de campos y de fábricas;
galones de uniforme, claro está, medallas que premian la obsecuencia;
pecados que en América Latina y en cualquier parte del mundo
los pueblos cobran al contado, y que yo sepa, amigos míos,
no hay magisterio de perdón para tanta oscuridad,
sucursal directa aquí, en la tierra, del mismo infierno.

Malomal para nosotros, amigos míos,
si nuestra bandera de trigales y lavanda, de brevas y de leche
no flamea en un escándalo de luz armado hasta los dientes
con lo más duro y vivo del ocaso.

LEONARDO CASTILLO (Un Pueblo sin medallas)

martes, 1 de julio de 2008


LEONARDO CASTILLO

Nace en Villa Ramallo, en Julio de 1931. Como lo dice en su poema es un “Hombre desde acá”, lo cual hizo impermeables los conceptos de la gente que le sugería que para triunfar debía instalarse en ciudades más pobladas. Cuando se le pregunta por sus inicios literarios él se remonta a la escuela primaria, a un libro de cuarto grado, y puntualmente a un cuento que les hizo leer la maestra. La historia se llamaba “Skiold, el rey que vino del mar” y relataba la llegada de un barco a un pueblo sin que de ese galeón bajara nadie. Dice el relato que la gente subió a la embarcación encontrando sólo a un niño muy pequeño que el pueblo adoptó como hijo. Y con las años ese niños se convirtió en rey del pueblo defendiéndolo de los invasores y llevándole prosperidad a sus ciudadanos. Pidió el Rey que al morir lo pusieran otra vez en el barco. Y así fue. Y el barco partió. La historia terminaba allí pero Leonardo supo darle otro final y explicárselo a sus compañeros. Él imaginó que ese barco se fue a otro pueblo, a hacer las cosas necesarias donde hacen falta. Fue un lector de amanecidas. Solía desaparecer semanas enteras, fingiendo viajes que no existían. En esas encerronas acumulaba conocimientos y se debatía con los autores clásicos y otros más contemporáneos.
Escribió su primer libro, La Magia más Vieja en los nueve días que duró su detención en la comisaría de Ramallo durante la dictadura de Onganía, en 1969. Castillo fue uno de los tantos ciudadanos argentinos que el régimen dictatorial quiso poner a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. La Magia más Vieja, obviamente es la Libertad. Dos cosas hizo el poeta estando preso: Escribir y una huelga de hambre. Paradójicamente mientras el Negro Castillo estaba preso escuchaba cómo gritaban los niños de la escuela N1, pegada a la Comisaría y se preguntaba ¿Qué más necesito para ser feliz?
En 1971 participó del Festival Nacional de la Canción, que por primera vez, se realizaba en el marco del Festival de Cosquín. Allí ganó el Primer Premio con el tema “El Potro Mario” que fuera musicalizado por Angel “Cacho” Ritro, quien fuera integrante del legendario grupo Los Andariegos. Aquí hay que mencionar que con esa canción le ganó a compositores de la talle de Manuel J. Castilla y Ariel Petrocheli entre otros grandes. La canción fue interpretada por Cesar Isella, siendo luego grabada por una gran cantidad de músicos entre los que puede mencionarse a Mercedes Sosa, Hernán Figueroa Reyes y Víctor Heredia.
En 1972 viajó a México representando a la Argentina en el Festival Internacional organizado por la Confederación internacional de Sociedades de Autores y Compositores. La canción que nos representó fue “Si un hijo quieren de mí”, letra de Leonardo y música de Ángel Ritro. Allí obtuvo el Tercer Premio, resultando luego un clásico grabado por Mercedes Sosa, Los Andariegos, Mariam Farías Gómez, Marikena Monti, Ginamaría Hidalgo, César Isella y otros artistas.
En oportunidad de filmarse la película “Los Gauchos Judíos”, dirigida por el cineasta Juan José Musid, le es encargado a Castillo la composición de las cinco canciones del film para lo cual debió elaborar las letras en base al guión y a la música que había compuesto para tal fin Gustavo Beytelman. Ginamaría Hidalgo pidió que Castillo fuera el compositor de las canciones porque según ella “No hay quien le cante mejor a la ternura…”. Cuatro canciones fueron grabadas por Ginamaría y la quinta fue interpretada nada menos que por Alfredo Zitarroza.
El gran músico chileno Rolando Alarcón se hizo eco de la obra de Leonardo Castillo y editó un disco completo musicalizando La Magia más Vieja.
Antes del golpe militar en Argentina, cuando la Triple A comenzaba la masacre, Leonardo debió partir al exilio, encontrando en España un notable tiempo de composición. A pesar del dolor de las ausencias, pudo reunirse con destacadísimos músicos y escritores haciendo de la palabra un testimonio militante en cuanta oportunidad se presentara. Llegó a compartir escenario entre otros, con Joan Manuel Serrat y Alfredo Zitarroza. En España editó su segunda obra escrita: Un Pueblo sin Medallas , que fuera también traducida al italiano. Mientras tanto el músico argentino Ica Novo editaba un disco que llevó por título el nombre de una de las canciones de Leonardo: “Cuando el hombre va en Camino”.
En España se editó también un disco que Castillo compartió con músicos argentinos y españoles y cuyos derechos fueron donados íntegramente al pueblo de Nicaragua.
En 1984 regresó a nuestro país, con el retorno de la democracia, y desde su vieja casa de Villa Ramallo continuó abriendo espacios y ofreciéndoselos a los demás. Es habitual ver en su casa amparada de ciruelos y de brevas, a los jóvenes que lo visitan para compartir sus tardes. Dirigió en su pueblo un taller literario gratuito que derivó en un libro antológico de todos los integrantes del taller. Se llamó “A las dos de la Tarde”.
En 1995 el pueblo de Ramallo le brindó un merecido homenaje realizándose talleres de plástica, música y literatura en base a su obra y culminado con un recital al que asistieron músicos, escritores y amigos entre los que pueden mencionarse a Los Quilla Huasi, Ica Novo, Anibal Sampayo, Fabián Sosa y Ángel Ritro.
Poco antes de dejarnos y por iniciativa del Diputado Provincial Ricardo Gorostiza, fue nombrado por la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires “Poeta Ilustre de la Provinca”. Trabajaba en su libro inédito que se titulará “Canon de un Extranjero”, cuando nos dejó huérfanos de toda orfandad. Pero vive con nosotros. La cultura oficial, tampoco en este caso ha dicho nada.

Elvio Zanazzi
En la foto, Leonardo Castillo comparte en Barcelona escenario con Joan Manuel Serrat (a su izquierda)

un poemita

Dé sirve que huela a jardines el viento
si falta el aliento
que atrapa la flor...
Aute


De qué sirve vestirme de juglar
Ataviarme de voces para defender otras voces
Treparme a un escenario para cantar la historia
Vender ilusiones por los pueblos
Armarme un esqueleto para viajar los miércoles
Soñarme un hombre entero
Arriesgar la parte
Hacerme fuerte en la intentona de la angustia
De qué sirve
Si falta el aliento
Que evapore las penas que rasguñan los labios
Nuestros
Amos
Dueños
Si atrapa la flor de tu ternura el monstruo desairado.
Que no!
De ninguna manera
Lo permitamos amor.


Elvio

Adrián Abonizio


El domingo 22 de Junio Adrián Abonizio estuvo en Ramallo. Casi "lanzo" la palabra "actuó", disculpen. Abonizio no actúa, canta como habla, dice con el corazón. Con mi amada Mariela organizamos su presentación llamando a los amigos, conocidos, equilibristas (seres normales también hubo). Lo hicimos en un hermoso Bar que hay en Ramallo que se llama "El Sitio" y gozamos de las canciones de Adrián quien nos hizo levitar en imágenes durante dos horas. Nos subimos al Gran Pez, dialogamos con Mirta, de regreso, ocupamos todos los bancos en la Villa de los Milagros, fuimos hacia el fuego como la mariposa.

Muchas veces recuerdo al poeta Nazim Hikmet, que pasó más años preso que lo que aguanta cualquier hueso normal: "La vida es linda hermano". Un tipo que sufrió tanto y sin embargo no perdió la ternura.

Abonizio nos recuerda que la vida vale el esfuerzo de sacarse las lagañas, mirar nuestro mal llevado genio en el espejo y salir a tragarse el sol con la boca bien abierta. "Cuando me despierto cada día"... dice Abonizio, y nosotros intentamos despertarnos.

Gracias Adrián Abonizio por compartir.