sábado, 23 de febrero de 2013

LIDUVINA SUAREZ

(en la foto con Liduvina Eulogia Suárez, Talapampa, Salta. La fecha de la foto no es correcta).
Creo que fue en 2007. Viajábamos con mi compañera por el norte de la patria. Nos agarró la noche en el valle de Cafayate, un lugar para verlo de día, una joya de la naturaleza. Pero nos agarró el miedo, porque era un camino de altura, no veíamos bien y encima nos habíamos quedado sin agua para el mate. Nuestro objetivo siguiente era la ciudad de Salta. De pronto el camino se aplanó un poco y nos dio respiro. Y por allí vimos unas luces tenues. Un pequeñísimo poblado parecía asomarse. Una ventana marcaba Kiosco escrito así nomás, en la pared. Nos bajamos aliviados como si hubiéramos encontrado el paraíso (hay paraísos en distintos lugares del mundo). Una señora amable nos dio el agua y nos dio su palabra de buena gente, nos cobijó del miedo de la noche y el camino. Vayan tranquilos, nos dijo. Hicimos nuestro recorrido llegando inclusive a Villazón, Bolivia. Al regreso sentíamos que debíamos pasar por esa casa, de día, a decirle otra vez gracias a la hospitalidad del corazón. Y así lo hicimos. Y nos quedamos un buen rato escuchando a esa señora de Talapampa, contando las historias mínimas de su vida, tan tiernas, tan solas, tan humildes. Nos contó muchas cosas, por ejemplo cómo esperaba los viernes el regreso de sus hijos pupilos en una escuela de Viñas, sus múltiples ocupaciones que iban de la maestría en las empanadas, el hilado de ropas que no llevan marca famosa, la elaboración de quesillos.. Nos contó de sus vecinos, un cementerio olvidado por el Estado, donde hay varios Güemes enterrados. Y nos dijo que a las nueve y media de la noche salen con su vecina a ver pasar el avión, que a esa hora va rumbo a Buenos Aires. Hablamos como hermanos conocidos. Después procuramos unas fotos juntos y ella nos dijo que sí, que encantada, que la esperáramos un momento; y fue adentro y se cambió y peinó para las fotos. ¿Y cómo se llama usted? Liduvina Suárez.. Liduvina Eulogia, se apuró a agregar. Pero yo no tengo zamba como Eulogia, dijo mientras sonreía. Quién sabe, le dije, tal vez algún día.... Y aquí está. Fabián Sosa no necesitó nada más para interpretar que estas pequeñas historias de antihéroes, de anónimas manos haciendo la patria cada día, sin medallas ni quejas, meta vivir nomás. Le debemos la visita a Liduvina, la zamba ya la tiene señora.

Elvio Zanazzi

miércoles, 13 de febrero de 2013

LA CONTADA (ESPACIO-TALLER DE NARRACIÓN ORAL)



En Marzo estaremos comenzando con los talleres de Narración Oral para adultos. Ya en 2012 habíamos iniciado la actividad en Ramallo y en Villa Ramallo, y estaremos a la brevedad presentando en público una puesta de aquella tarea, a modo de síntesis. El logro de lo/as asistentes a los talleres es maravilloso; cuando cada uno descubre al narrador que lleva adentro, la voz que le viene de su propia historia, de la foto de un abuelo, de un recuerdo.. Ahí empiezan a suceder hechos mágicos; algún duende espía detrás de las sillas y hace de las suyas. Se galopa montado a las palabras, y estas vienen como decía Neruda, como estalctitas. Se instalan en esas horas extraordinarias donde cada uno hace su universo, lo crea y lo instala para compartirlo. Entonces, esta espera de días, sería algo así como la novena de los narradores, de la banda atrevida de los cuentacuentos, capaces de trepar un tapial y encontrar del otro lado una estrella que lo está esperando.

viernes, 8 de febrero de 2013

Pedacitos de mí

Por Fernando Latrille


Cómo no poder verla corriendo, escapando, subiendo por las escaleras, encerrándose en el baño si con sus palabras también tenemos sus manos buscando rápidamente poner la traba cruz bronce del cuarto donde se refugiaba. Cómo no poder imaginarla a ella volviendo sobre su historia cuando encontró a esos dos hombres que la tuvieron en brazos cuando su madre intentó resguardarla de aquella persecución donde desapareciera. Esos dos hombres que luego de 25 años se encontraban ahí y pudieron narrarle lo sucedido, se vienen imágenes cuando uno va sumergiéndose en el relato sobre “pedacitos de mí” como también describe Ángela a su indispensable libro ¿Quién te creés que sos?


Ángela Urondo nos brinda en la primera parte del libro documentos, que son valiosos para conocer a ciencia cierta cómo fue que mataron a su padre, el poeta Paco Urondo, sobre la desaparición de su madre la periodista Alicia Cora Raboy, en el operativo donde ella fue secuestrada y aún está desaparecida. El juicio que se desarrolló 34 años después y la sentencia. Luego va desnudándose y lo hace resguardada de memoria, como su cuerpo tatuado de ellos, sus padres. Y como su magnífico tatuaje le dolió a ella, su magnífica desnudez que encontramos en su libro también nos duele al encontrar ahí una abrumadora historia que no deja de ser la de una parte nefasta de nuestro país. Su libro molestará a quienes supuestamente están hartos de oír hablar de la dictadura como al mismo tiempo a aquellos que apelan a la memoria para dejar pasar al estrado al Sr. Orga y su oxidado discurso. De indispensable lectura para las nuevas generaciones y para quienes se atreven a atesorar en su biblioteca personal la historia de Angela Urondo Raboy, que no deja de ser la historia nuestra.


Fernando Latrille es periodista.
Más notas pueden leerse en su blog:
http://www.facebook.com/fernando.latrille