miércoles, 30 de junio de 2010

ESE DIOS SUCIO



ESE DIOS SUCIO

Por Fernando Latrille

Ese Dios sucio se encarga de volver de la muerte una y otra vez. Si parece que fue ayer cuando le disparaba desde su quinta a los “periodistas” que lo acechaban. Ellos, “las víctimas”, mostraban sus dedos ensangrentados, sus manos lastimadas de los disparos que con su rifle el astro les propiciaba e impactaban en los hambrientos noteros que buscaban a su presa, buscaban al “hombre mercancía”, al pibe de oro, al que todo lo convierte en oro, buscaban al 10. Pero esta vez la presa se revelaba, no esperaba sumisa ser rodeada por sus devoradores. Decidió atacar y disparar. Y como cada vez que disparaba con su zurda la pelota al arco, aunque esta vez con su rifle, también acertaba. Pero los caníbales mediáticos iban a aprovecharse nuevamente, transmitirían en vivo la agresión, y buscarían cobrar por los daños ocasionados por el número uno del mundo.
Pero como todo Dios, supo renacer una y otra vez, sumergido en el peor de los lodos, salió y siguió dando pelea, molestando a los poderosos, sin reparar en su poder. Llevando a la televisión al invisibilizado Fidel Castro. En canal 13, solo un Dios podría mostrar por canal 13 al líder revolucionario, al comunista Fidel Castro. ¿Si el comunista habla con Dios, entonces no es tan malo como dicen? ¿No era que Fidel era un dictador? ¿Cómo un dictador habla con Dios? ¿Cómo un comunista pudo hablar en un multimedios capitalista como lo es Clarín defensor de toda política norteamericana? Él lo hizo posible. Al igual que su abrazo a Estela, no difundido por los medios masivos, por los multimedios. Y ese Dios sucio, que cayó en la droga, en el alcohol, en los excesos de la noche, plagado de soledad, de lujuria, de agresión. Ese Dios, ese verdadero Dios, festejaría que el fútbol sea para todos, porque él sabe de donde viene, él sabe de su identidad de villero de pibe pobre. Y sabe que ese deporte popular, el más grandioso de todos los deportes, debe ser gratuito, debe ser visto por todos, por los que tienen y por lo que no. Ya no habrá más ñata contra el vidrio en un bar, pispeando un clásico por no tener para el café, por no tener para el decodificado (el gran negocio del multimedios). El Dios festeja, pero no sabe que su festejo se cobrará. Porque los que perdieron el negocio del fútbol soltarán sus despiadadas críticas a través de sus caníbales mediáticos a sueldo, los mismos a los que Diego les había disparado, dispararían sus críticas hacia él. “Qué llega tarde”; “que no tiene experiencia como DT”, “Qué no logra parar al equipo”, “Qué no llegaría a clasificar”, “Qué es necesario que alguien se acerque a darle instrucciones de lo que debe hacer”. Y el Dios demostraría que puede llegar y llegó. Y esta vez no fue su rifle, fue su pura esencia, la que disparó ¡¡QUE LA SIGAN CHUPANDO!! ¡¡VOZ LA TENÉS ADENTRO!! Lanzó en plena conferencia de prensa, rompiendo moldes, dando cuenta que es Diego Maradona, el mismo de Villa Fiorito. Escandalizados sus críticos como señoras de Barrio Norte que escuchan a Luís D’Elia, horrorizados por su expresión ante la prensa, pedirían cordura, respeto, ese mismo respeto que ellos habían perdido en sus críticas despiadadas, con el sólo motivo de vengarse porque Maradona festejó que el fútbol sea gratuito y ellos perdieron su gran negocio millonario. Pensaban que les iba a salir gratis sus descalificaciones. Está vez no serían balines, sería algo más doloroso, difícil de soportar, les atacaría su hombría, su cuestión viril. ¿”Cómo puede ser que un técnico nos diga que se la sigamos chupando, de qué nos trata, de sus putas”? ¿”Qué cree que somos”? ¿”Acaso no soporta las críticas”? ¿”Quién se cree que es Maradona, Dios”? Se preguntarían escandalizados por su lenguaje los periodistas deportivos.
Por eso, ese Dios sucio, al decir del maestro Galeano, merece esa copa. No la merecemos los argentinos, ni creo que el equipo. La merece él, por haber salido y entrado tantas veces hiciese falta a ese lodo. Por haber dado cuenta que es tan contradictorio como cualquiera de nosotros argentinos. Maradona es como el dulce de leche, como el colectivo. Es parte de nuestra esencia, de nuestra identidad compleja, de esa misma identidad que se atreve a buscar cuando abraza a Estela, a lo mejor sin saber demasiado de historia, pero siempre acertando. Al igual que acierta con Fidel, al igual que acierta con el Che, acierta con Estela Barnes de Carlotto. ¿Casualidad? ¿O será que éste Dios sucio, sí verdaderamente sabe lo que sucede?