martes, 24 de marzo de 2009

LA REPÚBLICA





Encadenan el brazo derecho de la República y su ley,
su constitución,
las pálidas fibras de la vida simple quedan inmóviles en un sigilo de piedra.
Pareciera que un general, un coronel borracho
y media docena de capitanes han encadenado el brazo derecho.

Encadenan el brazo izquierdo de la República y la calma,
el tránsito pesado, el tránsito ligero
y las barbas blancas del parlamento quedan fijos
en un monumento de bronce, para el recuerdo.

Rodean el cuello de la patria con una gruesa soga de espinas y de lodo
y la respiración de cada día, ya de por sí difícil, se hace imposible,
salvo que uno esté del lado de un general, de un coronel y media docena de capitanes borrachos.

Aprietan la cintura de mi tierra con un silicio al rojo vivo
y la República se convierte en un pobre pájaro muerto
donde se multiplican los gusanos y las hormigas
todo con aspecto de mármol de Carrara,
cubierto de hielo en julio y de paja maloliente en febrero.
Y ya nadie se cree que un general, un coronel y media docena de capitanes tienen el poder y el manto sagrado;
hay algo más, una vuelta más.
La voz del amo con los estados unidos, los unidos estados desde atrás y los vendepatria por delante
poniendo sus caras en los ministerios, en la escalinata de la Casa Rosada y sus traseros en los baños dorados de las embajadas
nos dicen que TODO está bien, que así TODO bien está;
nos dicen que un general, un coronel y seis capitanes son los auténticos dueños del país, y desde allí
convocan a todos los hijos de nuestro Suelo-Amado-Patrio
a la unión, la concordia, el progreso y la muerte.

Seis Capitanes, un coronel
y un general borrachos,
vulgarmente borrachos de sangre.

LEONARDO CASTILLO

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