martes, 18 de octubre de 2011

EL SUBSUELO DE LA PATRIA SUBLEVADO



“Un pujante palpitar sacudía la entrada de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en un mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, aglutinados por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón”.
El 17 de Octubre: Raúl Scalabrini Ortíz.

Uno de los primeros apuntes que leí sobre el peronismo fue a los quince o dieciseis años. Estaba terminando la secundaria y la dictadura se caía. Era un libro de John William Cooke que reiterada e inútilmente he buscado porque lo tenía, le juro, pero no lo tengo más. Allí Cooke entre otras cosas extraordinarias que escribe recuerda, a través de las palabras de Scalabrini, el 17 de Octubre. Y a mí me quedó esa frase... El subsuelo de la patria sublevado. Una de las definiciones más impresionantes que revelan al ser argentino, hasta exageraría, al ser humano. La mujer y el hombre de abajo, del fondo, el negro de mierda, el pobre infeliz, el obrero, el trabajador, el trabajador sin trabajo, el de alpargatas sí libros no, el que según la clase mierda y mierda/alta hacía los asados con el piso parquet de las casas peronistas, el que se lavaba las patas en la fuente y andaba sudado con pañuelo en la cabeza, el que escandalizaba a las familias bien, el mismo que siempre pagó los impuestos más altos, el que no compraba zapatillas de marca ni conocía Mar del Plata hasta que lo gremios hicieron hoteles para hombres y mujeres baratos, negros, pobres, laburantes, los miles que colmaron las peatonales y las playas y produjeron taquicardias a las señoras de elegantes capelinas y tapados de piel engorilada. Ese mismo pueblo, Juan Pueblo, sí, el que paga el mismo IVA que Mauricio y Hermes, que María Eugenia y Lilita, que Federico y Francisco (el que tenía un Plan) y baila la cumbia mejor que Chiche y Eduardo. El subsuelo, bien subsuelo de la patria... El que toma cerveza y vino en tetra y aparece en las cámaras de video de municipios bien, como Tigre, por ejemplo, y algun día tal vez Ramallo, es el mismo que asusta a los automovilistas cuando el aparato que indica el camino señala con voz gallega: PELIGRO, ZONA PELIGROSA, ATENCIÓN, siempre cuando el auto se acerca a una Villa de emergencia, nunca cuando pasa delante de ciertos lugares conocidos donde sus propietarios (millonarios ellos) viven de la piratería, pero no son negros, no son subsuelo de la patria, sino que gozan del respeto de la clase mierda y mierda/alta que se horroriza y pide seguridad, seguridad, seguridad, pero seguridad contra el subsuelo, contra los negros del subsuelo, nunca contra la impunidad, impunidad, impunidad.
Por eso hoy, brindo por ellos y ellas: los habitantes, miles y miles, los residentes del subsuelo, que de a poco asoman su entrecejo, afilan el uñate y caminan un poco más parejos por la Patria.

Elvio

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