domingo, 25 de agosto de 2013

FUNÁMBULO XVIII




Muerdo los labios hasta lastimarme. Aferro la caña más fuerte de lo necesario buscando explicaciones, maniatando lamentos y quiensabes y porqueses y acasos dolorosos. Camino y pienso por primera vez en arrojarme sólo para saber cuántos son capaces de extender sus brazos para evitar mi caída, mi posible muerte, mi rotura forzada de huesos, mi cráneo deformado. Después comprendo que es inútil, que sólo pasará y será una anécdota siniestra entre comensales de alguna cena aniversario, o un nombre en una misa, o como mucho, una lágrima suave algún domingo. ¿Resultará necesario llegar del otro lado, a pesar del viento y de la altura, del ruido de la lona tan cerca que impide oír los gritos de la gente, que ahora se presenta sólo como figuras moviendo sus manos y sus bocas , fantasmas de una película en cámara lenta?


Elvio Zanazzi

No hay comentarios: