martes, 14 de diciembre de 2010

UN PUEBLO SIN MEDALLAS


El 15 de Diciembre de 2006 se fue el Negro Castillo. En estos cuatro años, además de extrañarlo casi diariamente, pienso que lo que él decía sigue formando parte de la agenda de mi almohada. Leonardo decía: el muro se calló pero la pregunta sigue en pie: ¿qué hacemos?
Y eso que se perdió la mayor crisis del capitalismo norteamericano, un crac mayor al del 29, el Negro se hubiera hecho un pic nic con semejante purga yanqui. Se perdió también el Negro cosas que merecen perderse, la pegó digamos, en este caso: se perdió a Macri con su xenofobia explícita, a la Camaño haciendo de la Hiena Barrios, a Cobos reiterando traiciones (empezó con el campo siguió con la del 82 por ciento movil), a Pino Solanas haciendo el caldo gordo a la derecha (muchos pinos hacen un Pinedo)la muerte de Kirchner se perdió, festejada tipo perro patán no sólo en los pasillos de la sociedad rural sino en la mierda forrajera de la federación agraria. Se perdió ver a mi pueblo, Ramallo, con el boom turístico de la costa, aunque sin cine ni teatro, ni calles transitables, ni derecho a cloacas a todos sus habitantes; se lo perdió el Negro querido. Se perdió el Negro a todos los promesantes del camino de acceso a Villa Ramallo por la Costa, que empezaba en Noviembre... JJAJAJAJJAJAAAJA.
El Negro se encerraba en la cocina con Bradbury, Saramago, Cien años de soledad, El quijote dos veces por año, Kazanzatkis, las Venas abiertas, y las colecciones de la revista El Gráfico cuando Joe Louis hacía de las suyas con las peras de sus rivales. Y qué mierda querés que hiciera un tipo que fue expoliado, triturado, exiliado, encarcelado, allanado, ninguneado, negado. En su pueblo y el mío, a una cuadra y media de su casa, la plaza que él caminaba luego de su infarto tiene en su centro una escultura emplazada por un personero de la dictadura militar, un ex intendente de la época del terror ante el silencio atónito de autoridades, vecinos y circunstanciales criticantes de gobiernos democráticos. A pocas cuadras, o a pcoos kilómetros de su vivienda anterior, o la actual bóveda del cementerio, reside la impunidad manifestada de diversas y sencillas formas ante el silencio de esta sociedad "nuestra forma tediosa de reunirnos, tan occidental como cualquiera" . A cuatro años de tu partida, querido Negro, seguimos sin contestar la pregunta, y en deuda con tus brevas y tu ciruelo. Te extraño mucho.
Elvio

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