miércoles, 22 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD SEGÚN EL PEPE (primera parte)

Mientras observaba actividades artísticas con música sacra y barroca se le ocurrió al Pepe que al año siguiente juntaría a los muchachos para conmemorar la navidad pero de acá, como la conocemos nosotros. Mucho corete y firulete pero no ser entendía un sorete -amagaba elevar la voz el Pepe y lo frenábamos- Tenemos que hacer una navidad nuestra. El Jesús por empezar va a tener apellido porque acá no es como en Brasil que te ponen un nombre largo y después te dicen Lula por ejemplo, o Ronaldiño. Acá no, acá tenés nombre y apellido así que Jesús no se discute pero el apellido lo proponen los vecinos y lo discuten las compañeras y compañeros en asamblea.
Y así fue que, cuando promediaba octubre, el Pepe reunió a la barra y –luego de la choripaneada- desplegó un croquis enorme de papel barrilete que sobrepasaba los límites del tablón. Y ahí tenía dibujado, hasta en los más mínimos detalles, el proyecto NAVIDAD NUESTRA. Y debate más, discusión menos, la barra del Pepe comenzó a trabajar en la decisión democrática de conmemorar en el pueblo la navidad. Y nosotros, que éramos más chicos, empezamos a colarnos en las reuniones y de a poquito nos incorporamos al trabajo; en realidad ayudábamos haciéndoles los mandados, pero esos menesteres muy importantes a la hora de avanzar en un proyecto, nos permitieron formar parte de la trastienda más extraordinaria que hubiéramos visto jamás: La Navidad en el pueblo, local, nuestra, Cristo naciendo acá. Qué tal.
Fue así: Por empezar de Papá Noel hizo el Flaco Cano, que pesaba cincuenta y dos kilos con ropa, no tenía barba ni canas. La organización decidió que el papá noel se vistiera de celeste y blanco y llevara una bolsa blanca con un sol amarillo, llena de juguetes y caramelos donados por los comerciantes del pueblo. Y decidió que fuera delgado porque la gordura exagerada del papá noel de los trineos tenía diversos factores negativos: representaba la opulencia que acá no había, la obesidad absoluta que es una enfermedad a prevenir, el ocio mal usado, porque un gordo asqueroso como el papá noel de la tele seguro que se debe rascar las pelotas todo el día para estar tan gordo y además debe ser un vividor. Y entonces el Flaco Cano empezó a ensayar y Ketina, la rubia más linda que jamás he visto otra igual, le hizo la ropa con retazos de tela que consiguió enseguida y el Flaco voló por los techos, se subió a los sulkis tirados también de caballos flacos, se trepó a las palmeras de la plaza, probó todas las formas y modos de entrar en el pueblo y lloró de emoción, flaco, celeste y blanco, sin barba y sin canas, lloró y cantó una canción de cuna que le había escuchado a su abuela y entró en la plaza y en las escaleritas de la pirámide se sintió Gardel.

Elvio Zanazzi
(continúa)

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