martes, 19 de octubre de 2010

CALIENTE

No me queda ni un solo remo,
ni un triste empleo triste;
soy de los que no tienen recomendación, ésas de peso, y sin embargo navego: una orientación de hombres y de octubre que le doy al rumbo.
Ni un solo remo,
ni corriente favorable por momentos,
pero igual estoy de Patricio hacia Fernanda,
de Alejandro hacia Florencia.
Estoy en el centro de un pulmón, pulmón de chozas y labriegos, albañiles, carpinteros; allá, en la villa, sueño ligero, proyecto de ciclón, guitarra sin bordona porque no aguanta el clavijero, bagualas, milonga en letra chica, Jorge y su pandilla,
todos ellos con la esperanza de un caudillo.

Ni un solo remo tengo,
ni resto, por las dudas. Sólo este rumbo de sangre y de mañana.
Atrás quedaron los que aguardan mi naufragio. Olvidé sus caras, el largo aburrimiento y la razón pesada que invocaron. Tienen remos, rápidos veleros, cascos de acero, edictos policiales, libros nuevos: todo para morir en el mismo lugar en que nacieron, porque no vivieron nada desde entonces, desde la pesada razón, los argumentos, y han puesto al olvido por remedio.
ENTONCES,
NO me calienten,
No empujarme,
NO SACUDIR LA POCA HIERBA QUE ME QUEDA.
Clavar mi pie en un cubo de luz
en la obsesiva forma que poseo de meter la pata, escaso dineral si lo miden o lo pesan. ¡Pero cuidado! Allí la voy de propietario.
Dejarme, dejarme al frente.
QUE PONER LO MACHO ENCIMA DE LA MESA
EMPIEZA CON TERNURA Y TERMINA CUANDO EL ÁRBOL CRECE.
Llevo a la inocencia animales que la infancia juega,
conejos de bruma,
potrillos de lana tibia,
magos pequeños, cascabel de naranja o de manzana. Con el hacha defiendo esas imágenes; “no vista ‘pa mayores, como dice Ángel,” mayor aferrao a su ladriyo y a los mangos, como ha dicho Guille.
NO JODERME, NO CALENTARME.
Esa es la medida, la salud de vuestro hueso;
A ver si pegan eso en la cabeza, que esa es, tal vez,
la medida del tiempo que les queda.

Ni un solo remo,
ni un techo sólido,
ni anís de luna;
pero
El verde no muere solo
cuando muere de cansado,
anduvo el árbol y el viento
haciendo amigos de paso.


Hoy
El azul no viaja sólo
por encima de la cuesta,
abajo prenden los hombres
al azul en su leyenda.

Y la mañana canta desde el ceibo y el romero.

Si es necesario alas de piedra
para que el vuelo vuelo te sepa
tendrás que hacerlas. Tendrás que hacerlas.
Lejos te esperan, cerca se empieza.
Un vuelo alto de pluma y piedra.
Y Juan retumba:
La tierra no crece sola
ni solo se yergue el trigo,
por allí andan los hombres
removiéndole los siglos.

No hay nadie solo en la tierra
cuando la tierra es de todos.
Mi gente cava en el canto,
la tierra lo hace más hondo.

Leonardo Castillo (extraído del libro "La Magia más Vieja"

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