lunes, 15 de junio de 2009

FUNÁMBULO III


Crecen los talas en lo imponente del camino.
El Maipú siempre fue una enorme ruta para nuestra niñez a contramano.
Íbamos con Diana, honda al cuello y polvaredas a lo lejos, a buscar
la pequña fruta del árbol más espeso,
a sabiendas que el sexto era el mejor,
que el séptimo tenía los más dulces en la altura imposible
y que más allá era una lejanía innecesaria.
Yo tomé el más azucarado tala de ese otoño.
Vos tomaste un racimo de colores naranjas, una perla difícil
en tanto atolladero de espinas.
Hay que volver apenas la canción se consuma,
ya estará el viejo, cansado de fratachos,
y la cena es temprano, porque es cena de campo,
de caseros de escuela y de pronta jornada.
Mañana vendrá Marcelo con la primera bici,
azul y recompuesta a rezongos de gringo.
Mientras yacen los talas yo los veo desde arriba
con esta caña flaca que pesa como un roble.

Elvio Zanazzi

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