jueves, 26 de junio de 2008

MATE COSIDO, SOMBRA DEL MONTE

MATE COSIDO – Sombra del monte

Obra integral del escritor ramallense Elvio Zanazzi sobre la vida de Segundo David Peralta, más conocido como “Mate Cosido”.

En ella se combinan el relato y la poesía, a cargo del mismo Zanazzi, la música (voz y guitarra) del cantautor nicoleño Fabián Sosa, y las imágenes en video que acompañan el relato, seleccionadas y compaginadas por Santiago y Oscar Oviedo.

Segundo David Peralta nació en Monteros, Tucumán, en 1897. Tenía cinco hermanos. Cuando terminó sexto grado en su pueblo, ingresó en una imprenta como aprendiz de encuadernador.

Usó siete nombres falsos en su vida pero tenía un solo alias, Mate Cosido, a causa de “una cicatriz oblicua sobre la frente, del lado derecho, de un centímetro”.Eso dice en su prontuario de Gendarmería, que lleva el número uno. También dice que medía 1,65, de pelo castaño, con una "calvicie frontal incipiente", de labios finos y orejas grandes. Los años en el monte chaqueño oscurecerían su piel, le harían perder dos dientes y lo enflaquecerían.

En la década del 30 Chaco era todavía Territorio Nacional, recién sería provincia de la Nación Argentina en 1951. Y lo que no dice aquella ficha es que la Gendarmería se creó en 1938 y se estableció y organizó en el norte con el objetivo de atrapar a Peralta, una obsesión impulsada por las multinacionales Bunge y Born, Dreyfus, La Forestal y los dueños de muchas estancias, a quienes robaba acusándolos de explotar a los obreros.

La Gendarmería no pudo cumplir con su objetivo. Nunca pudieron atraparlo. Se les escabulló siempre, amparado por la gente, por los peones, las prostitutas y hasta por algunos policías que tenían conciencia de los atropellos que soportaban los sectores más humildes de la población chaqueña.

Fue su característica no utilizar la violencia, planificaba con detalle los golpes. Varias veces abortó asaltos, para evitar enfrentamientos abiertos con la policía. No por temor, simplemente era su manera de operar. Se comportaba con humildad y educación, pagaba generosamente los mínimos servicios recibidos, procederes que hicieron que gozara de la simpatía de mucha gente, que hasta deseaban que los visitara en sus casas.
Su imagen en la prensa de Buenos Aires era la del bandido que protegía a los pobres. Incluso Peralta solía escribir a una revista porteña, “Ahora”, para desmentir los partes de Gendarmería y contar su versión de los asaltos. Decía que los verdaderos ladrones eran sus víctimas, que explotaban el suelo argentino y a los campesinos, “...soy un producto de las injusticias sociales y siendo un adolescente supe de las persecuciones gratuitas de una policía inmoral al servicio de los poderosos”.

En 1939 los diarios dedicaban a su nombre y correrías el mismo espacio que al inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

A mediados de 1940 se dijo que había muerto al infectársele una herida en la cadera; se dijo que se refugió en Córdoba; se dijo que la traición lo decidió a abandonar la delincuencia e irse a Paraguay, donde pasó el resto de su vida. Lo único cierto es que tenía 43 años y que nunca más se supo nada de él.

Cuando las leyendas comenzaban a brotar Mate Cosido desapareció para siempre. Jamás pudo ser atrapado. Entonces sí entró definitivamente en la mitología rural.

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