martes, 30 de junio de 2009

FUNÁMBULO IV

Antes, ¡Crecer era tan bello!
Resultaba una pena sumar otro peldaño.
La noche era un invento de candiles y rezos,
un juego antes del sueño,
una espera de cuadernos y mandados.
Crecer era tan lento, en el sentido utópico de demora,
la necesaria,
imprescindible parsimonia
para no caer explosivo de la tensa maroma
que indefectiblmente lía sus nudotes en el filo de las junturas,
en el tajo del tiempo que envuelve la ternura
y la deja rodando para siempre
en un remolino sin fin.

Elvio Zanazzi

viernes, 26 de junio de 2009

JUNIO

La pista helada de un invierno tieso. Los verdes van cediendo sus canciones y resguardan semifusas para prontas primaveras. Hay aires nuevos, duros y esperanzadores asomando en las tardecitas de Ramallo. Algo pasa detràs de aquella nube gris. Algo va caminando sin que lo vean. Alguien viene a cantar otra canciòn, una necesaria.

lunes, 15 de junio de 2009

FUNÁMBULO III


Crecen los talas en lo imponente del camino.
El Maipú siempre fue una enorme ruta para nuestra niñez a contramano.
Íbamos con Diana, honda al cuello y polvaredas a lo lejos, a buscar
la pequña fruta del árbol más espeso,
a sabiendas que el sexto era el mejor,
que el séptimo tenía los más dulces en la altura imposible
y que más allá era una lejanía innecesaria.
Yo tomé el más azucarado tala de ese otoño.
Vos tomaste un racimo de colores naranjas, una perla difícil
en tanto atolladero de espinas.
Hay que volver apenas la canción se consuma,
ya estará el viejo, cansado de fratachos,
y la cena es temprano, porque es cena de campo,
de caseros de escuela y de pronta jornada.
Mañana vendrá Marcelo con la primera bici,
azul y recompuesta a rezongos de gringo.
Mientras yacen los talas yo los veo desde arriba
con esta caña flaca que pesa como un roble.

Elvio Zanazzi

domingo, 7 de junio de 2009

NO TIENEN REPUESTO




Irreemplazable: Es una categoría de gente que guardo en la cajita de mi corazón. Por ejemplo: el Negro Leonardo Castillo, ¡No hay más de ésos! Ahora, Benedetti. ¿Cuánto cuestan un Castillo, un Benedetti, un Aníbal Sampayo? ¿Qué pongo en ese hueco vacío que nos dejó la puta muerte? ¿Sus libros, sí? ¿Y cómo hago para hablar con ellos, contarle un chiste al Negro en la cocina de su casa, salir juntos a comer a lo Cacho, compartir un asado en el Quincho?
Alguna vez Leonardo escribió una canción, "Olvidadero", búsquenla, habla de un sitio donde tirar esas cosas y esos cosos que no valen la pena. Pero, ¿Qué canción deberé escribir para tener un recipiente en el que resguarde a los Castillos, Benedettis y Sampayos? Se me ocurre mientras escribo que podría llamarse Ánfora de la ribera, o Tazón de miel, este me gusta más, y podría comenzar con una copla, algo así:

... Silbando la correntada, vienen tres hombres enteros
uno, de pañuelo blanco, otro vestido de negro
y aquél de risa barbada, trae un arpa entre sus dedos.
... Tres coplas de correntada, tres exilios, tres silencios...

Si alguien quiere seguir esta canción piense en albahacas y arroyos, en tardes montevideanas, en margaritas florecidas y en una voz unísona y firme, cuando se menciona la palabra ternura..

Elvio Zanazzi